AMIGOS y FAMILIA, Palabras Sagradas

martes, 30 de noviembre de 2010

Crónicas Urbanas: La Ideal


Escondido entre el bullicio de los autos y el apuro de las personas, en Suipacha y Corrientes, se alza la confitería y bar notable La Ideal, con sus dos pisos y las placas de bronce que brillan en la entrada principal.

El primer piso es amplio y consta de varias antigüedades en muestra como museo y en la cual se prohíbe terminantemente sacar fotos, y varias mesas y sillas, ya que es de uso exclusivo de la confitería.

Una escalera de mármol con dos barandas de bronce en ambos lados llevan al segundo piso, que tiene como bienvenida un vitral que expone las antiguas vasijas que se usaron tiempo atrás. El salón es enorme y las mesas fueron corridas hacia los costados, para que varias parejas bailen al compás del 2x4, mientras resuena el tango.

Marcelo Rojas es el disc jockey y uno de los organizadores de milongas del lugar, un hombre de 30 años que sentencia: “Nos falta sentido de pertenencia, no somos profetas en nuestra tierra” en alusión al triste presente del tango en su país natal, mientras que en Suecia, Japón, Dinamarca o Inglaterra es tan conocido como celebrado. Y narra la historia de la confitería con nostalgia en su voz y amor propio en los ojos.

La confitería se inauguró en 1912, por el español Manuel Rosendo Fernández junto a otros socios inmigrantes, también provenientes de España. El lugar tenía como salón de reuniones la planta baja, mientras el primer piso era la pista de baile y solo concurría la elite de la sociedad para degustar las comidas artesanales que se servían y disfrutar un momento agradable de tangos y milongas. Tanto alcanzó su fama que, en los años 40 y durante la presidencia de Juan Domingo Perón, el lugar funcionó como la confitería oficial de la Casa Rosada.

Pero la última dictadura militar se encargó de que el lugar solo fuera una confitería gastronómica, ya que en esa época las expresiones de arte estaban totalmente prohibidas y en la cual hasta se confeccionó una lista de tangos prohibidos.

Entre las grandes personalidades que pasaron por la confitería se destacan el baterista de los Rolling Stones Charlie Watts, los músicos Gustavo Cerati, Charly García y la compositora islandesa Björk Guðmundsdóttir. También se filmó parte de la película Evita.

Actualmente, La Ideal da clases de tango y desde hace 18 años, de martes a domingo y de 12 a 4 de la mañana. “El milonguero es un estilo de vida” afirma Rojas e informa que las personas de mayor edad, que son los clientes habituales, “vienen de trampa”. “La esencia del tango es bailar, por eso es un baile integrador, generoso y en el cual no hay diferencias. Todos son iguales” sentencia al final, mientras dos señoritas rubias de 40 años de edad aproximada nos invitan a bailar unas milongas.


Posteo y crónica dedicados a Ailén Falcone, quien me acompañó a este hermoso bar notable de la Ciudad de Buenos Aires y quien me debe unas milongas.


Ale

lunes, 22 de noviembre de 2010

Editorial: Contradicciones del "gran diario argentino"


No es la primera vez que el diario Clarín irrumpe en una contradicción.

El 7 de noviembre pasado fue el día del canillita en todo el país, en conmemoración a la muerte del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez que, gracias a su obra teatral Canillitas, los mismos vendedores de diarios se bautizaron bajo ese seudónimo. Y por celebrarse dicho día, los diarios Tiempo Argentino, Página 12, Crónica y Diario Popular no imprimieron sus matutinos. Pero así no lo hicieron La Nación, Clarín y Perfil.

El diputado nacional y secretario general del gremio de canillitas, Omar Plaini, sentenció que es una "provocación" que Clarín, La Nación y Perfil editen ediciones especiales, cuando no deberían distribuirse diarios y revistas. Plaini también informó que se está violando la resolución que firmó la presidenta de la nación, Cristina Fernández, que puntualiza la “prioridad absoluta” de los canales de venta de diarios y revistas por parte de los diarieros. “Clarín y La Nación van a poner promotoras en la calle para entregar y regalar los diarios en una actitud casi provocativa. Venimos de una situación con el tema de las empresas tercerizadas, de la muerte de Mariano Ferreyra, me parece que están llegando al límite en algunas cuestiones” sostuvo el dirigente gremial.

Cabe recordar que con el crimen del joven militante del Partido Obrero (PO), Mariano Ferreyra, Clarín culpó al Gobierno Nacional por el accionar policial de no reprimir la manifestación de los tercerizados de la línea Roca.

Pero no fue la única contradicción del diario de Herrera de Noble: el 28 de septiembre pasado catalogó como “una presión a la Corte” la manifestación que se congregó frente al Palacio de Tribunales por la plena vigencia de la ley de medios, cuando el día 24 de agosto había alabado desde sus páginas la protesta a favor de la empresa privada Fibertel, proveedora de Internet perteneciente al Grupo Clarín y que tiene un fallo en su contra por estar operando ilegalmente, debido a su fusión con la empresa Cablevisión.

Línea tras línea rectificada, Clarín muestra que intereses defiende y por que lado juega. Y como dijo Omar Plaini fue una provocación para con los canillitas en su día, pero también una burla hacia la memoria de Mariano Ferreyra.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

A sangre fría

A cincuenta años del caso Clutter

Holcomb: Recuerdo y luto

El 15 de noviembre de 1959, una familia fue asesinada en su casa a la madrugada por dos ladrones en un intento de robo y fueron condenados a la pena capital.

Se cumplen hoy -por el 15 de noviembre- 50 años del asesinato de una familia, en Holcomb, estado de Kansas, Estados Unidos. Los asesinos entraron a robar una supuesta caja fuerte, mataron a la familia y cumplieron la condena de pena de muerte 6 años después, en la prisión federal de Leavenworth, en Lansing.

Horas antes

El escenario del crimen fue la casa de los Clutter, un edificio de color blanco con dos plantas y un sótano, en la granja River Valley.

Cada integrante de la familia había tenido un día normal aquel 14 de noviembre de 1959 hasta llegada la medianoche: Nancy habló por teléfono, por la mañana, con su mejor amiga Susan Kidwell, enseñó a hacer una tarta de cerezas a Jolene (una niña de trece años) y, por la tarde, miró televisión junto a su familia y su novio Bobby Rupp.

Kenyon barnizó una cómoda de caoba forrada de cedro, asistió a la reunión 4-H junto a su padre y miró televisión junto a su familia y Rupp. En cambio, Bonnie cuidó de Jolene hasta que la madre la pasó a buscar y luego se encerró en su cuarto a leer.

Herbert Clutter salió a recorrer la granja, a la tarde firmó una póliza de seguro de vida por 40 mil dólares, asistió a la reunión del grupo 4-H y miró televisión junto a los demás.

Al día siguiente, Nancy Ewalt, junto a su padre Clarence Ewalt y Susan Kidwell, entraron a la casa de los Clutter, luego de que no atendieran la puerta después de sus reiteradas llamadas. Al entrar, encontraron un panorama desgarrador: Su amiga Nancy estaba muerta.

Inmediatamente, Clarence dejó a las niñas con su esposa, llamó al sheriff y junto con Larry Hendricks, profesor de Inglés del Colegio de Holcomb, fueron a la casa para investigar y encontraron a la familia muerta: Nancy y Bonnie tenían un tiro en la cabeza cada una, estaban atadas de pies y manos y en sus respectivas habitaciones del primer piso, con la diferencia que solo la madre estaba amordazada con cinta adhesiva. Ya en el sótano, encontraron a Kenyon y a Herbert, ambos con un tiro en el rostro y atados de pies, aunque solo el hijo menor tenía sus manos atadas y estaba amordazado, mientras que Herbert tenía un corte profundo en la garganta.

Investigación e interrogatorio

Alvin Adams Dewey, de 47 años, detective de la KBI (en inglés, Departamento de Investigaciones de Kansas) se hizo cargo del caso junto a los agentes especiales Harold Nye, Roy Church y Clarence Duntz.

El principal sospechoso era Bobby Rupp, quien fue el último en ver a la familia viva, pero quedó descartado por dar negativo en el detector de mentiras y declarar que a las diez y media decidió irse a su casa en su auto, que Nancy lo acompañó hasta la puerta y sintió que alguien estaba bajo los árboles esperando a que él se marchara. Pasaban los días, con pocas noticias y muchos rumores.

Pero en diciembre, Dewey recibió el llamado de Logan Sanford con la confesión de Floyd Wells, un recluso de la Penitenciaria de Kansas. En ella, Wells confirma que le confesó a su antiguo compañero de celda Richard Eugene Dick Hickock que trabajó para Herbert Clutter en 1949 como bracero, que los Clutter eran ricos, tenían una caja fuerte con 10 mil dólares detrás de la mesa del despacho de Herbert y desde aquel momento Hickock no paraba de hablar de cómo robar y asesinar a los Clutter junto a su amigo Perry Smith: los iba a atar y matar de un tiro a cada uno.

Con la confesión del recluso, las denuncias por los cheques falsos emitidos por Hickock y la orden de arresto por varios condados, logran arrestar a los sospechosos en Las Vegas el 30 de diciembre a las 17, mientras camino hacia allá, Dewey y sus hombres planeaban el interrogatorio de manera que el apellido Clutter fuera sorpresivo.

El sábado 2 de enero a las 14 en el Departamento de Investigación de la Prisión de Las Vegas, Nye y Church interrogaban a Hickock, mientras en otra sala contigua Dewey y Duntz hacían lo suyo con Smith. Al principio ambos negaron su participación en el asesinato, pero al día siguiente ambos se acusaron mutuamente. Perry confesó haber recibido una carta de Hickock con la invitación para dar el golpe y como se llevó a cabo: Recorrieron miles de kilómetros, en donde compraron las sogas, la cinta adhesiva y los guantes, en un Chevrolet negro hacia River Valley. Al llegar entraron por una puerta lateral que daba al despacho y buscaron la caja fuerte, pero al no encontrarla despertaron a Herbert y Dick le reclamó por la caja, pero el señor Clutter negó que hubiera una y confesó que acostumbraba a pagar con cheques. Mientras tanto, Smith cortaba los cables de los teléfonos con un cuchillo.

Luego de despertar a toda la familia, los encerraron en el baño con Hickock montando guardia en la puerta, mientras Smith verificaba por la casa si había dinero, pero al no hallarlo decidieron atar uno por uno a la familia: Kenyon y Herbert en el sótano, mientras Nancy y Bonnie en sus respectivos cuartos.

También confesó el intento de Dick por abusar sexualmente de Nancy, aunque pudo evitarlo. Bajaron al sótano donde estaba Herbert y Hickock intentó acuchillarlo, pero Clutter logró desatarse y ocasionó el susto del ladrón. Entonces Smith tomó la escopeta y le disparó al señor Clutter, siguió con Kenyon, luego a Nancy –quién suplicó por su vida- y finalmente Bonnie. Dick había tomado los cartuchos usados, los enterraron en una ruta secundaria junto con los guantes y, una semana después, se exiliaron en México.

Juicio Final

El juez Roland Tate presidió el juicio contra Smith y Hickock el 22 de marzo que contó con los testimonios de Susan Kidwell, Nancy y Clarence Ewalt, el sheriff Earl Robinson, el forense Robert Fenton, Floyd Wells y el fotógrafo Richard Rohleder. Fueron 40 minutos el tiempo que tardó el jurado en decidir la condena que aplicarían a los asesinos: Pena de muerte.

Hickock y Smith fueron trasladados a las Hileras de las Celdas de la muerte, ubicadas en la prisión federal de Leavenworth, en Lansing, y con fecha para el primer minuto del 13 de mayo, pero Hickock apeló la sentencia por tratarse de un juicio injusto y en donde sus abogados defensores no habían ofrecido verdadera defensa.

Los abogados fueron reemplazados y las fechas tentativas para la ejecución se fueron aplazando, hasta que el Tribunal Supremo de Kansas decretó la sentencia y muerte de los asesinos para el 14 de abril de 1965.

Hoy, las herederas de la póliza del seguro de vida de Herbert son Eveanna y Beverly Clutter, las únicas hijas que se salvaron de la muerte. Bobby Rupp está casado y Susan Kidwell estudia arte en la Universidad del Estado de Kansas, en Manhattan, mientras de vez en cuando va a Holcomb a visitar la tumba de su mejor amiga Nancy Clutter.



Los Asesinos

Perry Edward Smith nació el 27 de octubre de 1928 en Nevada, Estados Unidos. Su madre era Flo Buckskin, su padre Tex John Smith y ambos eran artistas profesionales de rodeo. A los 6, se mudó a San Francisco con sus tres hermanos y su madre, debido a que sus padres se separaron a causa de la adicción al alcohol por parte de Buckskin. Murió a los pocos meses por atragantarse en su propio vómito y sus hijos fueron mandados a un orfanato. Sus hermanos Fern y Jimmy se suicidaron, mientras su hermana Bárbara se casó, tuvo tres hijos y se mudó a San Francisco.

A los 17 años entró a la Marina Mercante y recibió una Estrella de Bronce por su labor como mecánico de combate en la Guerra de Corea, en el transcurso de la Guerra Fría. En 1952 sufrió un accidente con su moto cuando iba a reencontrarse con su padre, lo que lo dejó con un año de rehabilitación. En 1956 fue a la Penintenciaria de Kansas por robo y quedó en libertad bajo palabra en 1959.

Richard Eugene Dick Hickock nació el 6 de junio de 1931, en Kansas. Hijo de Walter Hickock y Eunice, se crió con su hermano menor y estaba dotado de una gran inteligencia. Luego de terminar el secundario, trabajó en el ferrocarril Santa Fe y después como mecánico, pero perdió dicho empleo a causa de un accidente automovilístico en 1950, que dejó el lado izquierdo de su cara mas bajo que el derecho. Era padre de tres hijos.

En 1956 fue a la Penintenciaria de Kansas por Fraude y Estafa por emisión de cheques sin fondos y quedó en libertad bajo palabra en 1959.














Los Asesinados

Herbert William Clutter tenía 48 años, era el dueño de la granja River Valley y Licenciado en Agricultura, título donde consiguió en la Universidad Estatal de Kansas. Ciudadano reconocido en Holcomb y Garden City, capital del condado de Finney Country, acostumbraba a pagar sus gastos con cheques en vez de efectivo. Encabezó el comité para la construcción de la nueva iglesia metodista y en esos momentos era presidente de la Confederación de Organizaciones Granjeras de Kansas. También fue miembro del Comité de Créditos Agrícolas, en Washington.

Se casó en 1934 con Bonnie Fox, una mujer tres años menor que él. A los 18 años ingresó en el Hospital de Santa Rosa de Greta Bend, en Kansas, para estudiar cursos de enfermería, pero dos años después dejó la carrera a causa de los dramas, los olores y la realidad de un hospital. Fox sufría de crisis nerviosas, por las cuales hace más de seis años era tratada por psiquiatras y, dos semanas antes de su muerte, le diagnosticaron que eran causadas por unas vértebras desplazadas en su columna, por lo cual debía ser operada para volver a la normalidad.

Nancy Clutter, de 16 años, era una de los hijos de la pareja y la niña mimada del pueblo. Era jefa de su curso en el colegio de Holcomb, una de las organizadoras del Programa de la Liga Metodista del club 4-H (en inglés significa Cabeza, Corazón, Manos y Salud) y asistía sus reuniones. También salía con Bobby Rupp, un chico un año mayor que ella.

Kenyon Clutter tenía 15 años. Era delgado, de pelo corto color cáñamo, usaba lentes y medía un metro ochenta. Era un chico sensible y reservado, lo que lo llevaba a ser poco sociable.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Crónicas Urbanas: La iglesia de San Cayetano


Las tres puertas de rejas están abiertas de par en par, como las manos de los creyentes o de las personas que, afuera, ruegan por una mínima ayuda monetaria. Adentro, el único sonido permitido son las plegarias o las bendiciones de los feligreses.

La iglesia de San Cayetano está en el barrio de Liniers, a dos cuadras de la estación de trenes y a seis del Club Atlético Vélez Sarsfield. Enfrente de la entrada enrejada, una fila de santerías esperan agazapadas a las personas que salen del templo, pero San Cayetano cuenta con una santería católica propia, ubicada en el atrio.

El local está adornado con dos vitraux: uno de la Virgen María y otro de San Cayetano y los estantes están llenos de rosarios, estampitas e imágenes de santos y vírgenes correspondientes a la religión apostólica romana. Las dueñas son Susana y Sandra, madre e hija. Susana cuenta que está hace más de diez años en el negocio y que “hay más clientes” el 7 de Agosto o en Semana Santa, como también confiesa: “La devoción va en aumento, hasta se acerca la colectividad boliviana en cualquier momento para celebrar a una de sus vírgenes o gente del interior que vienen en micros”. Sandra define a San Cayetano como “un santo popular que dejó sus bienes para dedicarse a los pobres, más popular en Argentina que en Italia, donde nació” y que el 7 de Agosto “es un día festivo, que no pierde su tradición y en donde la familia trae a sus hijos o nietos”.

El 7 de Agosto es el día que se conmemora la muerte de San Cayetano. Los creyentes se asientan en carpas y con semanas de anticipación, en las veredas cercanas a la Iglesia y el rito consiste en ir hasta el santuario a pedir pan, paz y trabajo o simplemente agradecer por el presente.

Adentro, las personas se arrodillan en varios bancos de madera y con los ojos cerrados. El murmullo y los rezos se hacen cada vez más sonoros, hasta que el párroco Gerardo Castellano levanta su mano derecha y empieza a oficiar la misa de las 17.

A la izquierda, una señora se persigna y toca con la yema de los dedos de su mano izquierda el vidrio que protege una estatua de San Cayetano, que va acompañada por un ramo de azucenas en cada lado. Su nombre es Norma y viene a pedir un mejor trabajo para su hermano, quien actualmente se desempeña como vendedor en una de las santerías de enfrente.

Al lado de la estatua resguardada, otras tres imágenes se alzan en ubicación triangular: a la derecha está Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina, con una corona de rosas en su cabeza, un bebe rubio y sonriente en sus brazos y unas flores pequeñas y marchitas en sus pies. Del lado izquierdo se ubica Santa Rita de Cascia, Patrona de los imposibles, con su túnica negra de bordados dorados, un crucifijo en sus manos y un ramo de flores. Y, por sobre ellas y en el medio, está la imagen de la Inmaculada Virgen María, acompañada de rosas y claveles y ella representa la concepción de la mujer. “Lo único que le piden a María es poder quedar embarazadas y que las ayuden en ese proceso. Y por eso estoy acá, debido a que tengo problemas para concebir” confiesa Celeste, una joven de 21 años, al tiempo que se besa la mano derecha y la apoya sobre la frente de la Virgen.

El centro de la Iglesia es custodiado y encerrado por una fila de cinco columnas, en la cual cada una tiene un cuadro que ilustra un momento de la vida de Jesús. Al otro lado de los pilares, están los bancos de madera que apuntan en dirección al altar donde el padre Castellano oficia las misas. Sobre el sacerdote, se alza un enorme crucifijo de madera y porcelana, sostenido por dos tirantes celestes y blancos y, al fondo, dos vitrales grandes hacen de reflectores y de puertas, que conectan con el patio trasero.

Seis vitrales, en el techo, ilustran los momentos más importantes de la vida de San Cayetano y también están las banderas de los países de América, una al lado de la otra. Pero también están las banderas de España e Italia, por sobre las entradas al edificio.

Del lado derecho de la Iglesia, se ubican los santos y en idéntica posición que las vírgenes: a la derecha, un bebé está sobre una Biblia y acaricia la cabeza San Antonio de Padua, “Patrono de las cosas perdidas”. A la izquierda se ubica San José “Patrono Universal de la Iglesia”, con su barba prominente y abrazando a un menor, mientras le toma la mano. Y sobre ambos, se alza la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, con una túnica bordó y con sus brazos abiertos de par en par.

Luego de la misa, el padre Castellano se sienta en uno de los cuatro confesionarios, que se encuentran al lado de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, dispuesto a escuchar las confesiones de una fila de mujeres que lo espera impacientemente.

“Alcancía Servicio Social: ayuda al necesitado. San Cayetano” reza un cartel sobre una urna grande de metal negra, mientras, enfrente, otra imagen de San Cayetano, protegida por una barrera de vidrio, alza a un bebé en sus brazos. Y en medio de la urna y la estatua, la puerta de salida al atrio, con la bandera italiana encima.

Del otro lado de las rejas hay una consecuente fila de santerías, con imágenes negras, distintas cruces, cuchillos tijeras y espadas. “No sólo hay estatuillas o elementos de la religión católica apostólica romana, sino que también los hay de las religión afrocubana” explica Roberto, dueño de uno de los locales y hermano de Norma, que también informa que no se llaman santos, sino orixas y que se les rinde culto mediante objetos llamados ferramentos, como, por ejemplo las espadas, cuchillos, etcétera.

En la entrada del local, las imágenes de Jesús, la Virgen María, Santa Bárbara y San Cayetano están junto a la orixa del mar Iemanja, el orixa Bara, a quién se lo suele sincretizar con San Cayetano, y Exu, a quien el catolicismo asocia con el diablo. Un estante más arriba de estas imágenes, están las cruces, velas, espadas y demás insignias religiosas.

Al salir del local, el sol se esconde por la alta torre de la Iglesia, mientras suena la campana y las puertas enrejadas se cierran. San Cayetano no tiene tiempo para oír las plegarias de un hombre que se quedó parado en la puerta, sin poder entrar.(Alejandro Caminos, 2010)