AMIGOS y FAMILIA, Palabras Sagradas

martes, 14 de septiembre de 2010

Última protesta

“Es bueno ver que alguna vez, en el rompecabezas del mundo, una pieza encuentra su lugar” dice Pablo De Santis, en un fragmento de su nuevo libro Los Anticuarios.

Quise usar esta frase como introducción a una última protesta: la bronca, el sin sentido y el olvido.

Pensé (y sigo pensando) que había encontrado un rompecabezas en el cual estar, donde estuve más que cómodo y feliz. Había mucho que hacer, y de hecho se hacían muchas de ellas, pero parece que la falta de argumentos y el enojo espontáneo pudieron más que el razonamiento seguro, sin contar, además, de una acumulación de pensamientos que jamás lograron comunicarme con previo aviso.

No entra en mí aquellas frases, aquellos fundamentos con los cuales se descargaron en mí. No entiendo los motivos, o para ser más simple: no los entiendo. Día y noche analicé todo: desde aquellas conjeturas y posturas, hasta mis acciones (despojando de mí todo orgullo y terquedad que me caracterice), pero no encuentro la razón a todo este problema que supieron dibujar tan mal.

¿Tan difícil es aceptar que uno piense distinto de otro?

¿Tan complicado les resulta entender el presente ajeno, por más que no les agrade?

Ciertas etapas en la vida se terminan (este mensaje, hoy día lo entiende uno), pero mi etapa con ellos jamás se iba a quemar, jamás iba a desaparecer o esfumarse, porque si algo me enseñó la vida y mi familia (sobre todo mi tan querido viejo), es que la amistad dura para siempre. No importa el tiempo o el espacio, es para siempre. Pero creo que ciertos caprichos pueden manejar volantes y dar guía por vías erradas hacia lo equivocado.

No entiendo cómo teniendo claros ejemplos del punto anterior dictado, esos discursos aparezcan a luz y, para colmo, provengan todos del mismo lugar, del mismo vórtice. Parece como si todo se diera a una causa común.

Pero no les guardo rencor, ya que gracias a ellos logré aprender muchísimas cosas en la vida que voy a guardar hasta el día en que me vaya. Tantos momentos y hechos que volvería a rememorar sin dudas, como las noches de insomnio frente a un televisor y una consola, las ocurrencias disparatadas, los males de amores, la vida en general.

Todos tenemos una vida propia, y cada uno decide con quien compartirla y yo elegí a aquellas piezas ayer, hoy y siempre y nunca voy a arrepentirme de eso (agradezco a Dios el haber podido ser parte de uno de los mejores rompecabezas que me tocó en la vida). Pero no voy a ceder ante un capricho que se maximizó sin sentido, tragándome el orgullo y apelando a la razón y la conciencia.

Por lo visto, el olvido y el remordimiento son moneda corriente en el accionar (y me culpo por haber sido cómplice en un pasado no tan lejano de un compañero) para una solución efectiva, pero no voy a crucificarlos y menos despreciarlos, porque estoy seguro de haber aprendido bien de quien mejor sabe enseñar.

Para cerrar esta última protesta personal, quiero otorgarles un consejo, y lo doy por pura experiencia propia y sin ningún tipo de burla o vejamen:

Diga como se diga, escriba como se escriba y sea como sea ¿La mayoría siempre tiene la razón, relegando a la minoría a la culpa de ser?

Sáquense las vendas de los ojos y aprendan a MIRAR y no a VER, por favor.

El capricho es ciego, la razón no.

Y mientras tanto, aquel rompecabezas sigue armándose a voluntad propia, mientras que aquella ficha que supo ser feliz en ese circuito de encastrar y hoy no logra encajar por disentir, va por allí.

No todos los rompecabezas logran armarse, por eso es bueno ver cuando una pieza encaja.

Espero que este tablero sea la excepción a la regla.

Con la conciencia tranquila y el habla para un entendimiento abierto.

Muchísimas Gracias y siempre suyos.

Alejandro Caminos.